Cuando nada más empezar a hablar ya te salen con esta pregunta, piensas “si lo sé no vengo”. No falla, el 90% de los que te lo espetan, antes siquiera de los preliminares, no terminarán haciendo su web contigo, es casi matemático…
¿Frustrante? Sí, casi tanto como matemático, aunque imagino que al final, como en todo en la vida, se hará callo y a pesar de que antes de la pregunta de marras tú veías muchas posibilidades a ese desarrollo web, no te importará ni un pito no trabajar con indocumentados… Lo sé, llamar indocumentados a potenciales clientes es muy grosero.
Web, ¿para qué la quieres?
Ésa es la cuestión más importante a dilucidar por quien quiere tener un sitio web, cuál quiere que sea su función, qué objetivos quiere cumplir y si piensa que puede crecer con el tiempo. Voy a volver a ser grosero, si no tienes contestadas esas preguntas no pierdas ni tiempo, ni categoría, no necesitas un sitio web.
Es tan respetable querer un sitio web que sirva simplemente como tarjeta de visita y esté ahí para cuando alguien recuerde: “Necesito el teléfono de esos tipos que hacían barquitos de papel, se llaman Ship Paper, ¿no? Busquemos en Google a ver si hay suerte”. O querer tener un sitio web que sirva de soporte técnico a los que adquieren tus barquitos de papel y o capte nuevos clientes.
Hay una web para cada necesidad.
Es así tanto como que hay un roto para un descosido, lo importante es saber cómo y de qué va tu descosido. Tan solo deberás planteárselo al diseñador web elegido y él sabrá cuál es tu roto perfecto, se podrá equivocar, por supuesto, pero teniendo tú claro lo que necesitas solo existe una posibilidad de que te salga rana, haberte equivocado en la elección del diseñador o desarrollador web.
Todas esas variables de sitio web dependiendo de la necesidad, van desde las más simples hasta las más avanzadas e incluso complicadas. Es evidente que ahí radica en parte la diferencia de coste entre unas y otras, no es lo mismo el proceso de fabricación de un Hurtan que el de un Dacia, es evidente que los precios entre uno y otro no pueden ser los mismos. Con tu sitio Web pasará lo mismo, dependiendo de lo que necesites estará en un extremo o en otro.
Para ir teniendo las cosas claras necesito saber cosas sobre ti y tu negocio, no, no es cotilleo, son dos preguntas qué deberías hacerte antes de llamar a nadie para que te haga un trabajo, sí, incluso a un diseñador o desarrollador web.
Una pregunta muy personal, ¿cómo llevas tu negocio?
Parece que me he desviado del tema, pues no, voy a intentar explicarme. Hasta donde yo sé, para cada ejercicio se hace un presupuesto de ingresos y gastos, en los gastos nos encontraremos una partida por ejemplo de materias primas necesarias para hacer los barquitos, otra de marketing y publicidad, otra de salarios para nuestros empleados, proveedores, impuestos, etc. ¿Tienes presupuestada tu partida 2.0?
Si la respuesta es sí y ya tienes claro para qué necesitas tu sitio web, eres una perita en dulce como cliente. Ya quisiéramos todos tener clientes con todo tan claro y encima planificado incluso dentro del presupuesto de tu negocio. Tiene pinta de que tu caso va a ser fácil, o no, ya veremos.
Si la respuesta es no, pero al menos tienes claro para qué necesitas tu sitio web, no todo está perdido, lo mismo eres previsor y tienes una partida en el capítulo de gastos llamada “imprevistos”, aún tienes posibilidades de afrontar el lanzamiento del sitio web, hay fondos en tu presupuesto.
Si la respuesta a todo es no, no sigas. Es como querer reformar tu casa y no saber qué quieres reformar y la puntilla es no tener dinero para afrontar la reforma. No lo hagas, no saques de dónde no hay y piensa primero lo que quieres, lo has pensado, pues planifícalo para el próximo ejercicio e inclúyelo en el presupuesto.
En tu negocio, ¿permites el regateo del coste de tu producto?
Es fundamental saberlo, permitir el regateo del coste de tu producto implica que todos los presupuestos que hagas para los sucesivos ejercicios son papel mojado. Si en el capítulo de ingresos cuentas con unas ventas determinadas y las multiplicas por los costes te dará un número más o menos redondo, una desviación negativa puede venir dada por la caída de las ventas y la positiva al contrario por un aumento de las mismas. Ojalá siempre nos salieran así los presupuestos.
El número de las ventas es una variable aceptable, vamos, que no hay más remedio, es lo que hay. Podrá depender de un mejor o peor trabajo comercial, pero las distintas coyunturas y ciclos económicos influirán en ese número tanto o más que el buen trabajo. Por eso, al realizar el presupuesto para el ejercicio en curso, ya tuvimos en cuenta la coyuntura económica, ésa en la que poco tenemos que ver, y afinaríamos en los costes de nuestro producto, rascando de donde podamos para ajustar el coste y conseguir que sea competitivo sin caer en un suicidio.
Regatear el coste de un producto de un tercero es uno de los deportes favoritos del español medio, no depende de la coyuntura económica, no, no es eso, nos encanta soltar prendas: “pero a esto, le harás un descuento ¿no?”, “pero me harás un precio de amigo”, “esto no puede costar tanto, ¿no?”, “tengo un amigo que me lo hace por 300€”…
Si tú no lo permites con los costes de tu producto, ¿por qué me lo haces con los míos? No está bien despreciar el trabajo de los demás y cuando regateas no haces otra cosa que despreciarlo. Suele ser muy curioso, cuanto más estás en la línea de “solo hay dos tipos de profesionales en lo mío, los malos y los caros. Y yo soy muy caro”, más les regateas a los demás por su trabajo, me recuerdan a la canción Odio de Revolver que decía: “odio a los gallitos de gimnasio porque siempre desprecian mi sudor”.
Acabo de eliminar un buen puñado clientes potenciales…
Hombre, lo mismo uno o dos, tampoco tengo tanta difusión y si de repente empiezo a tenerla ya me emplearé en quitar del medio este artículo, otro de los deportes favoritos del español medio: “¿qué? No, yo a ese señor no le he visto en mi vida…” Negar la realidad o nuestro pasado, es otro de nuestros fuertes.
Pero lo mismo uno de los tres o cuatro a los que llegue ve sensato lo que digo y encima necesita una web. Pues nada, si ya tenemos las respuestas a las preguntas importantes, todo claro y planificado lo mismo podemos hablar e incluso trabajar juntos. Sí, trabajar juntos, porque se me había olvidado que para hacer tu sitio web no solo tengo que trabajar yo, tú tienes algo de trabajo también, de hecho, creo que mucho trabajo… ¿Lo hacemos juntos?
Hoy he hablado de diseñar un sitio web, pero esto es extensible a una estrategia de social media, a la gestión de comunidades en redes sociales o a cualquiera de las múltiples funciones de un community manager, no se regatea con mi sudor. Las voces me están diciendo que tengo un precio y, que para mí desgracia, no lo pongo yo… ¡Lo ponen ellas! Estoy perdido…
Hola Abe:
He leído tu artículo y la verdad es que estoy interesado en formarme con diseñador/desarrollador Web y quisiera tu consejo. La cuestión es que tengo alguna idea de negocio y tendría que ser un cibernegocio, para lo cual no debería tener solo un web informativa, debería ser interactiva. Necesito que se rellenen formularios que se guarde información, … Y creo que como la empresa debe empezar de poquito, debo estar formado. ¿Cuál es la mejor opción? Yo quisiera ser capaz de hacer mi propio sitio web y poder gestionarlo.
Buenas Juan, perdona por tardar en contestarte, estoy algo liado. Me parece estupendo que apuestes por montar un negocio en la red. Hacerlo uno mismo y formarse a un tiempo puede ser una gran aventura. Yo debería desengañarte y hacerte ver que es mejor que le dejes ese trabajo a alguien que sepa lo que se hace, y si fuese yo mejor, pero no voy a hacerlo. Hay una gran oferta de cursos de diseño web, de programas de diseño, de sistemas de gestión de contenidos o CMS, etc. Te mando un correo y te oriento sobre el tema, un saludo.